Un Mundo en Crisis Permanente
Vivimos en un mundo muy complejo, con grandes crisis que se suceden unas a otras.
Nuestros comportamientos individuales y sociales actuales son infinitamente menos sostenibles para el planeta de lo que lo eran dos generaciones antes de la nuestra. Nos hemos convertido en un problema para la vida en la tierra, y esta guerra no la vamos a ganar. La naturaleza y la vida son mucho, pero mucho, más fuertes que nosotros. Nuestra vanidad infantil nos impide verlo de forma clara y meridiana.
Cuando hablamos de crisis ¿de qué hablamos? Según el diccionario de la RAE, la crisis es una situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso.
Creo que esta lista resume las crisis más importantes que estamos viviendo:
- Crisis climática, debida a la utilización de combustibles fósiles y cuyo resultado es el calentamiento global del planeta y sus nefastas consecuencias.
- Crisis medioambiental, debida al despilfarro en el uso de productos no degradables que ensucian el planeta con los vertidos tóxicos, los plásticos, el mal uso del agua, etc.
- Crisis económicas, que se suceden unas a otras demostrando que la forma que tenemos de producir y repartir la riqueza es altamente ineficiente y está llegando a un límite.
- Crisis alimentaria, las cosechas están en peligro y ponen en riesgo de hambrunas a grandes masas de población.
- Crisis de sanidad, la pandemia de COVID 19 que hemos padecido ha puesto de manifiesto la fragilidad de nuestras sociedades y la desigualdad entre unos grupos humanos y otros.
- Crisis bélicas. Guerras, estamos ya en la tercera década del siglo XXI y podría parecer que la guerra era algo del pasado. Que cada vez íbamos soportar menos conflictos de este tipo y los pocos que aún quedaran serían menos sanguinarios y menos destructivos. Pero parece que la tensión bélica subsiste y que algunos países (y personas y negocios) la necesitan para ganar mucho dinero.
- Crisis migratorias, una combinación de los elementos anteriores hace que millones de personas en el mundo hayan de abandonar sus hogares, en zonas con muy baja esperanza de vida, para buscar un futuro mejor en países más desarrollados, que necesitan a esa población para cubrir los puestos de trabajo más bajos de la economía, pero que no le ponen fácil el acceso.
- Y finalmente, la más importante de todas, la Crisis Existencial, que más y más personas padecen de forma recurrente.
Seguro que hay diferentes formas de expresar estas crisis o se podría aumentar la lista con algunas más. Podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío, pero los seres humanos, cómo especie, estamos haciendo las cosas mal. Rematadamente mal.
¿Cómo puede ser que nosotros, los seres humanos, tan inteligentes tecnológicamente, no seamos capaces de resolver los problemas arriba planteados? La respuesta (hipótesis) que propongo a esta pregunta es la siguiente:
Los seres humanos somos una especie a medio hacer, sin acabar, somos work in progress. Nos encontramos en una etapa de la evolución similar a la de los primeros anfibios que dejaron los mares para explorar la superficie de la tierra firme. ¿Se ha preguntado alguna vez el lector cuánto esfuerzo y dolor (cuántas crisis) supuso para estos seres dejar los mares y adentrarse en la tierra firme?
Entre el pez originario, antepasado común a todos los vertebrados terrestres, y el primer anfibio que se puede considerar como tal, transcurrieron, según los paleontólogos, ni más ni menos que unos 25 millones de años de evolución, de prueba y error, en los que la naturaleza hizo su trabajo con paciencia y perseverancia.
Pensemos ahora ¿cuánto tiempo llevamos de evolución los seres humanos? Se sabe que los chimpancés y los seres humanos nos dividimos de un antepasado común hace unos 6 millones de años. Y el género HOMO, antecesor directo de nuestra especie actual, tardó todavía unos tres millones de años más en aparecer sobre la faz de la tierra. Nuestra especie actual, el Homo sapiens sapiens, aparece hace sólo 500.000 años, que en tiempo evolutivo es apenas “hace unos pocos segundos”.
Si comparamos la transición del antepasado común del chimpancé hasta nosotros, que duró seis millones de años, con la del pez que se convirtió en anfibio, cuya duración fue de 25 millones de años, veremos que aún nos quedan varios millones de años de evolución para llegar a lo que la naturaleza nos tiene preparado. Los seres humanos somos unas criaturas recién llegadas a la fiesta de la naturaleza y hemos de reconocer nuestra inexperiencia y falta de madurez en el juego de la vida.
¿Cuál es el principal problema que tenemos? Muy fácil, la visión egocéntrica de la existencia, el egoísmo. Si fuéramos capaces de resolver esta tara de fabricación todo cambiaría. El egoísmo surge de la desconexión de los seres humanos con la VIDA, con la NATURALEZA. Debido a una configuración mental equivocada que nos lleva a creer que nuestro pequeño EGO individual es el centro de toda la existencia. Cada uno de nosotros somos una diminuta forma de vida, sobre una roca que gira alrededor de una estrella mediana, en el extremo de una galaxia que tiene más de 200 mil millones de estrellas en un universo que contiene más de 100 mil millones de galaxias de un tamaño similar o mayor que la nuestra.
Entender el origen y las consecuencias de esta tara y las posibles soluciones será el objeto de los capítulos del presente blog.
Siguiente capitulo: El Pecado original.




¡Enhorabuena, Sebas! Accedo por primera vez a tu blog y ya estoy deseando leer las siguientes entradas...
ResponderEliminarPor completar la lista, yo apuntaría también la "crisis de valores" que muchas veces hace que todo valga para conseguir un fin (y que suele estar relacionado con la exaltación del ego que mencionas)